lunes, 29 de diciembre de 2008

La familia gracia de Dios


El domingo 28 de Diciembre, tuve la gran satisfacción de asistir con mi familia a la celebrada en la madrileña Plaza de Colón con motivo del día de la Sagrada Familia. Primero haré una pequeña crónica de lo que fue el acto y a continuación daré unas opiniones personales sobre algunos asuntos que guardan relación con el tema
Crónica.
Antes de que diera comienzo la Santa Misa, desde las pantallas gigantes se intentó una malograda conexión en directo con la Santa Sede. Desde allí el obispo de Roma nos dirigió unas palabras alentadoras, cariñosas y llenas de esperanza, a las cientos de familias congregadas en torno a las pantallas y el altar. Posteriormente, comenzó la misa dominical presidida por Monseñor Rouco.
El acto fue largo, duró casi dos horas. Estas dos horas fueron de gran recogimiento en medio de una gran plaza abarrotada de niños, ancianos y jóvenes que lo siguieron de pie, en medio del asfalto. El respeto y la atención al acto fue impresionante y el sermón después de la lectura del Evangelio (esto desde mi punto de vista) fue realizado de una forma respetuosa exponiendo la opinión de la Iglesia respecto a los temas que ya todos conocemos.
Hasta aquí la crónica y da comienzo mi opinión.
Comenzaré mi opinión con un dato 1.200 autocares llegaron a Madrid, la capital de España, para asistir a la misa de las Familias bajo el lema La familia Gracia de Dios. Digo este dato porque es algo cuantificable y no hay lugar a la guerra de cifras y para que quede claro que el grupo allí concentrado no es un grupúsculo de fanáticos religiosos que viven anclados en el pasado.
Espero que este año no salga José Blanco diciendo (y faltando como siempre) que allí tuvo lugar una manifestación o que más muertos hay en la guerra de Irak (cosa, que sentimos todos los que creemos en la vida humana). Pero yo, puede decir, que también son muchos más los niños asesinados en el vientre materno. Todos esos niños no tienen la oportunidad de asistir a manifestaciones. Por lo tanto que un simple cardenal pueda ejercer libremente su derecho a la libertad de expresión para denunciar esa lacra me parece que es algo digno de admiración y de respeto.
Por otro lado y entendiendo y respetando la libertad de expresión quiero criticar que en actos de este tipo, la Iglesia saque a relucir al señor Quico Arguello, porque eso sí que es un fanático y el líder de una secta. Con esto termino mi crítica negativa del acto acontecido el domingo.
Proseguiré diciendo, que creo que vivimos en una sociedad falta de valores, que esta sociedad es de un gran egoísmo. Pero por fortuna el siglo XXI sigue contando con jóvenes revolucionarios. En la primera mitad del siglo XX ser revolucionario era ser comunista, de izquierdas o anarquista. Pues señores, solo puedo decir, que los que piensan que eso, es ser un revolucionario en la actualidad están muy confundidos. Hoy en día esas ideas las tiene y defiende cualquiera.
Hay que reconocerles a los revolucionarios de la primera mitad el XX, que gracias su trabajo hemos conseguido mejorar aspectos que estaban fatal, pero ahora hemos descuidado otras cosas de gran importancia y por lo tanto el que quiera ser revolucionario , el que quiera buscar el progreso que denuncie y apoye gran parte del discurso dicho por Monseñor.

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